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  • Foto del escritorPilar Paredes

El mejor manager: el barman.

Actualizado: 25 oct 2020

La distancia entre un barman y su cliente es de 70 cm aproximadamente.


Esto siempre permite que cuando el cliente asiduo se pasa del límite de alcohol permitido por la DGT el camarero pueda seguir siendo profesional.


El experto barman sabe cuando tiene que dejar de servir copas a su cliente y también sabe que la distancia de 70 cm de barra le aleja emocionalmente cuando el beodo entra en la fase de la borrachera en que empieza a lamentarse por las decisiones que ha tomado en su vida.


El barman siente compasión por las desgracias de su cliente, pero nunca olvida que la situación es pasajera, que es probable que el cliente al día siguiente no recuerde nada de lo que le ha contado, se sienta arrepentido y no encuentre dónde ha aparcadlo el coche.


¡Por supuesto que no!, el experto profesional ha llamado a un taxi para que el cliente no terminase esa noche con la esperanza de su familia.


El barman sabe que todo eso forma parte de su trabajo y aunque a veces afloren sentimientos de simpatía por sus clientes, sabe que lo mejor que puede hacer para ayudarles es escucharles sin dejar de cumplir sus tareas.


Dicen que ser camarero es como ser psiquiatra, pues muchas veces te confiesan las emociones más intimas de tu corazón. Conoces prácticamente la vida de tu cliente e incluso puedes ser testigo de sus infidelidades.


También los psiquiatras sufren lo que se llama “transferencia” que se produce cuando una paciente empieza a experimentar sentimientos de amor o atracción hacia su médico tras haber intimado con él psicológicamente.


Los psiquiatras también deben mantener una distancia, aunque supongo que el esfuerzo en este caso debe ser mayor ya que no existe la frontera física tan marcada como en el caso de la barra del bar.


El barman y el psiquiatra son buenos ejemplos de como mantener ese límite que salvaguarda la eficacia del trabajo y mantiene el buen hacer del profesional.

Pero es verdad que cuando sus clientes se alejan y vuelven a su vida diaria, la soledad les acosa.


¿Acaso no es duro empatizar con tu paciente hasta tal punto que comprendes sus sentimientos y sufres sus emociones en el intento de tratar de ayudarle?


¿No se queda el barman preocupado por su cliente cuando esté se aleja de la puerta dando tumbos?


Sí claro, y ambos van a sufrir en soledad estas emociones porque son buenos en su trabajo y saben que todo esto forma parte del mismo.


También el manager, el directivo que gestiona equipos, sabe que tiene que mantener una distancia imaginaria de 70 cm entre él y los miembros de su equipo.


El manager que simpatiza con sus empleados, que son parte de su equipo de trabajo, de su departamento, con los que comparte muchas horas del día fuera de su casa, alcanza un nivel de intimidad y empatía con esos “desconocidos” que le provoca emociones y sentimientos que debe apartar de su mente.


¿Para no sufrir? No, para poder seguir siendo bueno en su trabajo, para poder llevar a cabo decisiones que no van a gustar a todo el mundo, para poder llevar a buen puerto el proyecto. Para conseguir el éxito del equipo y el beneficio de su empresa.


El manager se siente solo cuando sus empleados se van, cuando no entienden sus decisiones y le duele del mismo modo que a un padre cuando le suelta un cachete a su hijo y le dice aquello de “me duele más a mí que a ti”.

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