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  • Foto del escritorPilar Paredes

¿Qué es la "cuffing season"?

Con la llegada invierno, muchos solteros neoyorquinos inician la "cuffing season".

Se trata de una forma de etiquetar una relación sentimental sin compromiso serio, es decir, salir con alguien, pero sin salir, ahora que hace frio me apetece quedarme "acurrucadito" en casa con alguien, para ver Netflix, cocinar y tener sexo, por ejemplo.


El término en inglés “Cuff it” significa esposarlo e irónicamente se utiliza este término para esas relaciones románticas pasajeras que comienzan cuando bajan las temperaturas y terminan el día de San Valentín.


Si escuchamos la canción de Beyoncé, entenderemos perfectamente el mensaje:


Nos divertimos y lo pasamos bien, no necesitamos compromiso.


Vivimos en la era de los #hashtags, las etiquetas, no solo porque son una forma de que el algoritmo de Google o RRSS encuentre nuestro contenido y lo destaque, sino que se han convertido en una alternativa al compromiso que supone una definición.


Conozco a una pareja que después de cinco años juntos, con sus idas y venidas siguen sin querer denominarse “novios”.


¿Nos ayudan las etiquetas o nos confunden mucho más?


En un mundo donde las posibilidades son infinitas y tenemos tanto acceso a la información, experimentamos la sensación de tener que definir nuestras relaciones.


  • “Pocketing”: tu pareja está muy bien contigo a solas, pero no te presenta a amigos o a familia.

  • “Fleabagging”: salir con alguien que no te conviene.

  • “Ghosting”: empiezas a conocer a alguien normalmente por mensajes y un día de repente deja de contestarte y desaparece, es probable que incluso te bloquee y te borre.

  • “Cuddling”: término inglés que denomina lo que en español decimos “dar mimos”.

  • “Orbiting”: darle me gusta a todas las publicaciones de alguien, pero sin atreverse a hacer nada más.

  • “Curving”: tardar en contestar a los mensajes de la otra persona para darse importancia.

Lo interesante de este tipo de nomenclaturas es que tratan de definir situaciones para que de ese modo podamos sentirnos mejor, como dirían algunos psicólogos:

Si sabes lo que tienes, tu cerebro reacciona mejor y te tranquilizas.


¿Es verdad?



Lo cierto es que, en muchos casos, ocurre todo lo contrario, ya que, si alguien te hace “ghosting” por poner un ejemplo, no creo que el saber que esa acción tiene un nombre nuevo, te haga sentir mucho mejor.


En la actualidad, se rehúye de las definiciones que implican un vínculo, el famoso miedo al compromiso que hace que esa pareja de novios, prefieran no ser novios o amigos con derecho o lo que sea antes de dar un paso hacia delante que implique responsabilidades.


Lo que sucede es que tenemos miedo a mostrarnos vulnerables y débiles, a decepcionarnos y sufrir.


Una vez alguien me dijo que lo valiente es querer, y estoy muy de acuerdo, pase lo que pase con una relación, considero que genera mucho más estrés toda esa maniobra de evitación de la definición que la liberación de las emociones.


Vivimos en una sociedad en la que todos sentimos ciertas presiones, y donde están chocando constantemente los patrones tradicionales: comprometerse, formar una familia, etc. con la libertad de vivir a tu manera tu sexualidad.


Pero una vez entendido esto parece que las etiquetas son necesarias.


En un universo de comunicación inmediata y constante donde las formas y posibilidades son infinitas, es lógico que surjan la necesidad de etiquetar.


Hacerlo es importante para no crear falsas expectativas o confundir a la gente.


¿Qué somos?: ¿Pareja? ¿Novios? ¿Amigos?


En TikTok e Instagram puedes ver multitud de vídeos de consejos sobre:

  • “Que hacer si te deja en visto”

  • “Cómo enamorar locamente a un hombre”

  • “Lo que nos gusta a los tíos de las tías”

  • “Cuanto tiempo tienes que tardar en enviar un mensaje a alguien que te gusta”

  • “Frases para enamorar a un hombre”…

Y un sinfín de opiniones sobre “Cómo ser una mujer empoderada” o “Las ventajas de la soltería”, e incluso “Consejos para reconocer una mujer/hombre de alto valor”.


Lo llamativo es que muchos de estos consejeros no son expertos en nada, ni siquiera psicólogos, solo personas que han conseguido un montón de seguidores.


La libertad de opinión en las Redes sociales está ahí y todo el mundo, el que más o el que menos ha tenido alguna relación sentimental y puede hablar de su experiencia.


¿Será que en una época en la que los grandes ídolos se tambalean la opinión popular nos resulta mas creíble por ser más cercana?


Pero volvamos a las etiquetas.


La necesidad de definición de una relación sentimental que se inicia viene siempre acompañada de cierto protocolo.


En la época de nuestros abuelos, donde todo era mucho más formal, al menos de cara a la sociedad, la forma de establecer una relación con una mujer, por ejemplo, requería ciertos comportamientos.


En mi ciudad de origen, allá por la posguerra y en ausencia de locales sociales y dinero para gastar, las mujeres salían acompañadas de dos en dos por “el paseo”: bajaban un recorrido a través de dos o tres calles hasta una plaza, dónde los hombres disponibles, observaban y normalmente también de dos en dos, acompañaban de vuelta a las chicas elegidas, por el mismo camino.


Se trataba de forma de conocerse establecida, y si se repetía el paseo con la misma persona, implicaba que se había iniciado cierta relación y exigía, sobre todo, en el caso del hombre cumplir con ciertos requisitos.


Invitar a la dama, presentarse formalmente a la familia, “hacer la corte”, incluso una serenata en la puerta de la enamorada.



Después de un tiempo el compromiso se daba por explícito, pues una mujer no podía ser “abandonada” por su “novio” después de cierto tiempo y el rechazo se consideraba una falta y una vergüenza para la mujer.


Conocemos estas historias por la literatura romántica y por la propia experiencia de personas mayores de nuestro entorno.


Y aunque las cosas han cambiado bastante, en la actualidad sigue existiendo esa necesidad de ir marcando ciertos pasos en una relación.


O no marcarlos, que en este caso es otra forma de definición.


Y es que después de un tiempo viendo a alguien, es normal que se despierten ciertas inquietudes y exista la necesidad de declarar las intenciones de cada uno, es decir, etiquetar la relación desde un “nos estamos conociendo”, hasta las primeras declaraciones de amor: “te quiero , te amo, solo quiero estar contigo”, y el avance en la relación: “ya somos novios”, formalizar de algún modo la relación, limando las incompatibilidades si existen, adaptarse al carácter y tener planes comunes.


No estoy aquí para analizar el proceso porque no pretendo ser una experta en el tema.

Pero si voy responder a la pregunta:


¿Nos ayudan las etiquetas o nos confunden mucho más?


Personalmente considero que sí nos ayudan y que la confusión únicamente viene de dentro.


La inseguridad, la falta de autoestima, el miedo al rechazo, los traumas del pasado, la vanidad, etc. son la base de muchas de esas etiquetas, que explican comportamientos emocionales.


El problema puede venir obviamente de la falta de acuerdo, entendimiento o de esas “red flags” que no hemos visto y que nos inducen a creer algo que solo estaba en nuestra imaginación.


¿Pero de verdad necesitamos analizar constantemente el comportamiento del otro?


Una de las obsesiones más marcadas es estar constantemente pendiente del teléfono para ver cuánto tiempo tarda "tu persona especial" (otra etiqueta) en contestarte a un mensaje.


¡¡Y no digamos si te deja en visto!! Dios no lo quiera, porqué ahí el cerebro del “tóxico" o la “tóxica” se dispara:


“¿Qué haces? ¿Dónde estás? ¿Por qué no me contestas? ¿Estás con tu ex?”


Y la cosa puede acabar realmente mal si el otro no responde en el tiempo y la forma adecuada.


Nos hemos acostumbrado a la inmediatez, queremos la respuesta en el momento, y sino no la tenemos, dejar aflorar los bajos instintos puede ser peligroso.


Cuesta admitir que la otra persona puede estar ocupada, trabajando o sencillamente no está atenta al móvil, porque nos han dicho (¿Quién?) que si no contesta es porque no somos su prioridad.


Nuevos patrones que sustituyen a los anteriores:

  • Quien te quiere te busca.

  • Si eres prioritario, te dirá buenos días y buenas noches siempre.

  • Si tarda en contestar es que no le interesas.

  • Tengo que esperar a que me conteste para hablar yo porque le toca.

  • Y aunque me esté apeteciendo, no voy a dar a entender que me tiene segura/o para que no se canse de mí.

Creemos que estamos en una época de aparentar y no mostrar debilidad.


Al final es un simple problema de comunicación.


La valentía de usar un lenguaje adecuado con definiciones correctas ayuda a superar muchas de estas trabas emocionales.


Y lo cierto es que a pesar de tanta crítica, soy optimista.


La tecnología, con todos sus componentes, es una herramienta al servicio del humano, y las redes sociales, con sus etiquetas no hacen más que ofrecer posibilidades.


Depende del uso, si estoy inseguro, emocionalmente inmaduro o inestable, es muy probable que me afecten las consecuencias de mi conducta y no por ello debo rehusar la etiqueta o la definición y quedarme para siempre en la incertidumbre.


Las relaciones humanas no son fáciles pero forman parte de la vida y no podemos evitarlo.


Recuerda: “Lo valiente es querer”

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