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  • Foto del escritorPilar Paredes

La mujer Pantera

Actualizado: 24 oct 2020

A veces me siento como la mujer pantera.

En la película de 1942 de Jacques Tourner Cat people una mujer de origen serbio se enamora de un americano al que conoce en el zoo.


Ella se siente atraída sin saber porqué por una pantera negra enjaulada que no puede dejar de observar. Algo tienen en común.


La protagonista de la historia sabe que un instinto salvaje bulle en su interior, quiere amar como una humana, pero es incapaz de besar.


Los bajos instintos se apoderan de ella cuando los celos la ciegan y se da cuenta de que no es una mujer como las demás, ella está hecha de otra pasta, lo presiente, pero no sabe qué le pasa.


Muchas veces las mujeres nos hemos sentido enjauladas, la expresión “jaula de oro” es bien conocida, a lo largo de la historia, en los momentos en los que una mujer era educada para casarse con un buen partido, tener hijos y sostener una familia, era el rol adecuado para su sexo y marcaba su destino. Su "jaula de oro" consistía en sentirse segura en un hogar donde el hombre traía el dinero a casa y su familia gozaba de estabilidad.


En la segunda guerra mundial, ante la escasez de mano de obra, debido a que muchos hombres fueron llamados a filas, muchas mujeres se incorporaron a la vida activa y contribuyeron a la sostenibilidad de la economía trabajando en las fábricas, cuidando de los hijos y manteniendo los hogares hasta su regreso


En los años cincuenta, cuando la tranquilidad volvió a la sociedad y la economía se restablecía, muchas mujeres volvieron a su “jaula de oro”.


Muchas de estas mujeres eran felices sin duda. No voy a ser yo quien critique la elección de vida, basada en el deseo de tener una vida plena y feliz.

Otras mujeres continuaron la vida profesional poniéndose el mundo por montera y llegaron tan lejos como las circunstancias se lo permitieron.


Sin embargo, me sorprende que aún hoy en día, existan mujeres que crean que deben renunciar a su carrera por amor.


Para la mujer pantera, el amor era un deseo prohibido, el mero hecho de sucumbir a la tentación de besar al hombre que amaba, implicaba la destrucción del mismo.


Su deseo implicaba muerte y la condenaba a la soledad.


La mujer pantera estaba condenada a escoger un estilo de vida de renuncia.


Estoy segura que dadas sus circunstancias, podría desarrollar una estupenda carrera profesional, incluso llegar a ocupar altos cargos, su instinto de supervivencia, su fortaleza y su independencia la convertirían en un ser duro y fuerte capaz de sobrevivir a cualquier situación adversa.


Pero la hembra pantera como madre en su estado natural más salvaje, sabe criar a sus hijos completamente sola. Tras dar a luz se aparta con sus cachorros a un lugar alejado cerca del sustento y protegido de las amenazas externas. Sabe que para proteger lo que más quiere debe estar atenta y procurarles refugio y comida.


Está siempre alerta, enseña a sus cachorros a cazar, les educa en las duras condiciones externas y les enseña sobre todo a sobrevivir en soledad.


La pantera madre sabe muy bien que para ser uno de los animales más rápidos y bellos de la tierra el precio que pagas por la supervivencia es la soledad de la llanura.


No todos los cachorros sobreviven, la vida salvaje no entiende de justicia, pero la madre pantera no está programada para cuestionar el porqué de su vida, formar parte de la naturaleza es su única razón de existir.


A los seis meses los cachorros de pantera deben ser liberados y la madre se aleja de ellos.


Sabe que ha llegado el momento en el que un nuevo ciclo se inicia y cada cual debe empezar una vida donde la lucha por la supervivencia es el único sentido de la existencia.


La leyenda de la mujer pantera habla de mujeres solitarias y salvajes que experimentan la metaformosis nocturna de su ser en un mundo que no les pertenece pero en el que están abocadas a sobrevivir.


Como muchas mujeres que no escogen la vida que desean, pero aprenden a sobrevivir con los medios y nunca reivindican sus motivos.


La pantera en la jaula del zoológico no cesa de dar vueltas y gruñir.


Sabe que no puede salir, sin embargo, espera preparada el momento en el que su “jaula de oro” se abra y pueda ser libre. No le importa la comida, ni la comodidad de sustento y los cuidados diarios.


Sólo anhela el espíritu salvaje de su libertad.


Por eso siempre está alerta, día y noche, esperando el momento en que la luna llena deslumbre a su cautivador y olvide girar la llave de la cerradura y el animal salvaje huya veloz hacia las profundidades de la noche.

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