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  • Foto del escritorPilar Paredes

El síndrome de la tía buena.

Visualicen la siguiente imagen:


Un hombre cansado después de un duro día de trabajo entra en un bar, se acerca a la barra para tomar una copa, y en la esquina izquierda observa como una melena rubia impresionante desvela la cara de una hermosa mujer que fuma en la barra.


Una camisa blanca y una falda roja envuelven un cuerpo de locura y unas piernas de infarto.


El recién llegado ocupa su lugar en una silla a pocos centímetros de la mujer que es observada de reojo por otros hombres del bar.


Sin embargo está sola.


Nuestro protagonista se siente valiente y la invita a un trago… Afuera un calor impresionante.


Todo esto ocurre en el estupendo thriller de 1981, Body Heat, protagonizada por Kathleen Turner y William Hurt.



En esta escena decide el fatal destino del héroe, pues si se hubiese cumplido el “síndrome de la tía buena “ es posible que la historia nunca hubiese tenido lugar.


¿A qué se refiere este "síndrome de la tía buena" que suena tan vulgar?


Dicen que pocos hombres se atreven a ligar con mujeres hermosas porque se sienten acobardados ante ellas y piensan que no estarán a la altura de las exigencias de tal belleza.


Investigando por internet he encontrado sobre el tema algunos artículos divertidos

aunque, por supuesto, nada serios, porque ni están firmados por ningún psicólogo ni avalados por estudios universitarios de prestigio.


Sin embargo, hace poco lo he escuchado en un ambiente profesional: "en ciertos entornos, las mujeres guapas lo tienen mucho más difícil profesionalmente porque los hombres se sienten amenazados por ellas si además son inteligentes, ambiciosas y tienen éxito."


Lo que sucede es que muchas de ellas son "ninguneadas" en las reuniones o poco valoradas en su trabajo a pesar de demostrar reiteradamente su talento.


Muchas de ellas se esfuerzan más que las demás para demostrar que son algo más que una cara bonita y que su trabajo es tan bueno o mejor que el de un hombre o el de cualquier otro.


No se trata de un prejuicio puramente machista, lo cierto, es que este fenómeno también se da entre mujeres, y es ¿qué acaso no cuestionamos el éxito de una mujer guapa por que nos cuesta admitir que el binomio belleza-inteligencia puede venir en el mismo pack?


Llamémosle envidia o complejo de inferioridad, pero es cierto que esta amenaza existe y en ciertos entornos profesionales juzgamos más allá de la apariencia y si esta es espectacular, se convierte en una barrera para su portadora.


¿O portador? Me pregunto si esto pasa también con los hombres guapos y triunfadores


¿Se sienten amenazados los compañeros de trabajo o superiores cuando un profesional muy atractivo consigue éxitos por encima de los demás competidores?


¿Le achacamos también ese triunfo a la suerte de su físico?


Recuerdo un compañero muy atractivo que cada vez que entraba por la oficina era el foco de atención de todas las féminas. Obviamente, nadie lo comentaba en público pero sabíamos que algunos hombres estaban celosos de su éxito.


Me pregunto si él alguna vez se sintió desplazado o acomplejado por las ventajas de su físico, que si bien le favorecía su presencia, no le garantizaba cerrar una venta en un sector tan competitivo como el suyo y enfocado en clientes, la mayoría hombres y poderosos.


Dicen que el mundo de las modelos es duro y competitivo, y que además del físico, si uno quiere triunfar tiene que tener i inteligencia y personalidad.

Otra vez el binomio separado.


En un capítulo de la famosa serie “Sex and the city” Charlotte, buscando asesoramiento, sustituye a un abogado demasiado guapo por otro menos atractivo porque considera que éste va a ser mucho más duro en la demanda de divorcio.


En este caso, la falta de belleza física, parece ser una ventaja competitiva.



Si pensamos en la primera escultura prehistórica que representaba la maternidad como un icono de la fertilidad con pechos grandes o el canon de belleza griego que postulaba hombres atléticos y deportistas y mujeres delgadas pero de muslos fuertes y caderas anchas.




En la actualidad, tanto hombres como mujeres se preocupan por su aspecto mucho más que en épocas anteriores y a veces todos nos sentimos presionados por las imágenes de la publicidad que representan la eterna juventud como sinónimo de éxito y prosperidad.

Pero mi reflexión quiere ir más allá del tópico: “rubia tonta”, que no sé porque se asocia a ese color de pelo y “fea lista”, representada por una morena con gafas.


Prefiero reírme de lo que acabo de escribir porque todos sabemos que esto no es más que una tremenda estupidez.


Si vamos a medir la inteligencia por el cociente intelectual, resulta que una de las mujeres más atractivas de Hollywood: Sharon Stone tiene un CI de 152.



Solo 8 puntos por debajo de Stephen Hawking.


Me pregunto si Sharon Stone no fuese una actriz de éxito sino una simple trabajadora sufriría el síndrome de la tía buena y se sentiría desplazada o ninguneada por su jefe o compañeros y tendría que esforzarse el doble para conseguir sus metas.

Los políticos intentan dar soluciones para luchar contra la desigualdad y estemos a favor o en contra de una ideología u otra, la verdad, es que aún existen reductos profesionales donde el aspecto físico, sigue siendo un prejuicio.

Sin embargo, prefiero pensar que las nuevas generaciones son mucho más abiertas y que algo estamos haciendo en la sociedad para que la gente sea valorada por su esfuerzo y trabajo independiente de su físico, ya sea femenino o masculino, y sin olvidar como dice Ortega y Gasset que:


La belleza que atrae raramente coincide con la belleza que enamora.

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