Una aproximación a la metafísica del dato.
La observación de la naturaleza por parte de los de la historia contribuyó a estructurar el conjunto de investigaciones y conocimientos que hoy configuran la física. Dicho de este modo, parece un poco atrevido y precipitado, pues sabemos que el desarrollo del conocimiento científico llevó unos cuantos siglos.
Aunque Aristóteles fue el primero en clasificar los saberes, se le atribuye a Newton la fundación de la ciencia moderna.
El ser humano comenzó observando el cielo para explicar los fenómenos físicos, pero nunca se apartó de sí mismo.
Como hombre que observa la naturaleza, como individuo que siente, piensa y reflexiona sobre los fenómenos que ocurren en el mundo que le rodea.
No sólo le preocupaba explicar el origen de la Naturaleza y por qué se comportaba de esa forma, sino que además era imprescindible responder a ciertas preguntas que cómo individuos que existen y viven en esa naturaleza.
¿Qué soy yo? ¿Por qué pienso? ¿Qué hago aquí?
Y todo esto desembocó en algo que parece muy aburrido: el concepto de metafísica, o ciencia del ser.
Dejémoslo claro: el ser y el fenómeno.
Ríos de tinta han corrido a lo largo de la historia del pensamiento humano debatiendo sobre estos postulados.
Algunos hombres incluso murieron por escribir sobre sus descubrimientos y enfrentarse a la ideología establecida.
Y es que a veces el dato duele:
Es el caso de Giordano Bruno, que fue quemado vivo porque se empeñó en proclamar que el sol era una estrella.
A lo largo de los siglos, el hombre pensante se ha preocupado por encontrar respuestas fidedignas a sus preguntas, es decir, la mente humana en búsqueda de la verdad.
No era una misión sencilla, incluso aquellos que creyeron encontrar la verdad cometieron tremendas atrocidades ciegos por su ideología o prejuicios.
Y es que definir la verdad resulta difícil. Existen muchos conceptos y teorías que tratan de encontrar la aproximación más correcta.
Para Kant la verdad consiste en la adecuación del objeto al conocimiento, aunque dicho de esta forma tan simple, también puede despertar ciertas dudas.
Presupone una relación entre el objeto y el saber que se obtiene sobre él.
Pero primero tenemos que suponer que este objeto exista, es decir sea real.
Volviendo al ser: se supone que “si algo es”, es porque podemos compararlo con algo que “no es”, es decir, frente al “ser”, tenemos la “nada”.
En este sentido parecería que la idea de que algo exista se corresponde con la verdad.
¿ Es el dato la verdad de nuestra época?
En la era del Big Data, nos encontramos ante una infinitud de hechos observables como dirían los filósofos antiguos, ante multitud de datos, entendámonos: información sobre millones y millones de sucesos, personas, etc.
Hablamos del data para referirnos a ese número enorme de inputs de información.
En la actualidad estamos cansados de escuchar como las grandes empresas analizan esos datos para estudiar el comportamiento de los clientes y así poder “vendernos” más cosas.
Pero hay mucho más:
Desde la información del tráfico en tiempo real hasta el análisis de los síntomas de ciertas enfermedades que ayudan a diagnosticar y recomendar determinados tratamientos.
Miles de datos correctamente procesados y analizamos están ayudando mejorar la vida de las personas.
He aquí el sonido del procesamiento de los datos el más potente de los ordenadores: IBM quantum.
Lo hemos vivido recientemente: gracias al análisis correcto y acelerado de los datos de investigación sobre el covid, pudimos tener la vacuna tan esperada en menos de dos años. Algo imposible hace unas décadas.
La cuestión es que el dato puede ser observado y analizado mucho mejor que el modo en que los antiguos griegos observaban el cielo y hacían sus predicciones.
Y ahora contamos con herramientas de software que nos permiten monitorizar, medir e incluso predecir.
Hablamos de Inteligencia artificial, al nivel de machine learning o Deep learning: a través de algoritmos que “aprenden” sobre los datos y descubren un patrón de comportamiento.
Por lo tanto, ha llegado el momento de decir que el dato es lo que nos asegura la verdad de ciertos hechos porque nos da la información verídica del efecto observable.
Casi podríamos decir que si no hay dato, no hay nada.
Supongamos que queremos defender una decisión tomada en l departamento de marketing de una empresa:
-"¿En qué datos apoyas esa decisión?" Nos dirá el CEO
Y habrá que responder con argumentos de peso basados en fuentes totalmente fiables.
¿Pero es el dato totalmente fiable? ¿ Es el dato la verdad absoluta e indiscutible?
Intentando responder valientemente me puedo meter en un jardín metafísico.
Hemos llegado a un momento de la historia en el que hemos generado tanto contenido en las Redes Sociales como la generada hasta el 2003.
Hay más contenido en You tube que en toda la historia del cine junto.
La información se desborda y aumenta sin parar.
¿Es tan importante entender el dato en la actualidad como lo era el concepto del “ser” en metafísica para los antiguos?
Responderé que sí.
Ninguna empresa que quiera ser competitiva puede ya actuar en el siglo XXI sin tener en cuenta este elemento fundamental. Sin analizar la información no podemos estar seguros de dirigir nuestra estrategia por el camino correcto.
Hasta hace poco la mayoría de las decisiones de marketing que afectaban a la empresa se basaban en estudios de mercado y fundamentalmente en la intuición.
El instinto gobernaba a muchos CMO y a muchos CEO.
Sin embargo, ahora tenemos el conocimiento en nuestras manos.
Se dice que el dato no miente aunque sabemos que no es la piedra filosofal.
Un profesional del marketing que maneje análisis de datos, puede conocer el comportamiento de sus clientes, él éxito de un producto usando mediciones acertadas y constantes, pero como en cualquier medida siempre hay que tener en cuenta el margen de error y el componente cambiante de la naturaleza, en este caso, del cliente.
Porque el dato está en generación constante y a un volumen cada vez más grande.
Para los profesionales del marketing el nuevo reto es gestionar de forma inteligente toda esa información: observar el fenómeno, extraer el dato, almacenarlo, depurarlo, interpretarlo y después decidir sobre lo que queremos hacer con esa inestimable información.
El marketing de hace unos cuantos años se entendía como un arte, ahora el marketing se está convirtiendo en una ciencia.
Y esa ciencia debe encontrar la verdadera esencia del dato para poder entender al cliente, su comportamiento, sus gustos, para escuchar sus conversaciones.
La analítica es fundamental para poder desarrollar estrategias basadas en realidades y que creen las relaciones de la marca con su consumidor.
La información nos permitirá analizar el fenómeno para conocer el auténtico ser: nuestro cliente.