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  • Foto del escritorPilar Paredes

Conócete a ti mismo



La autenticidad como valor.


Al realizar un Plan de negocio surge una de las preguntas más importantes cuya respuesta va a ser crucial para el negocio: la propuesta de valor.


¿Qué valor crees que aporta tu negocio?


Queremos decir, entiéndase bien, qué es lo que vas a ofrecer distinto, que genere un interés especial para que el cliente te compre a ti y no a otro.


Muchos contestarían así:


"Ser el referente en mi sector", "ser el mejor de mi área geográfica", "darle al cliente un trato excelente", etc.


En estas respuestas no se está definiendo el valor en realidad, sino una intención y es poco conciso.

¿Por qué nos cuesta tanto definir ese valor?


En primer lugar, diría que es porque no entendemos la pregunta, y esto, cómo saben los buenos profesores, es clave para poder responder con acierto.


Entonces ¿qué entendemos por valor?


En filosofía podíamos decir que el significado de valor se refiere a determinada cualidad desde el punto de vista moral y esto puede ser tanto negativo como positivo.


Para una empresa, definir sus valores equivale a definir una forma de trabajar. Así la calidad, la honestidad, la sinceridad, la confianza, etc. son cualidades que comprometen a una empresa.


Pero para definir qué valor tiene tu negocio, que es lo que ofreces además de determinado producto o servicio para que los clientes te compren y sean fieles, va mucho más allá de palabras que suenen bien.


Vivimos en una época dónde el valor está relacionado con la autenticidad, porque, vamos a ver, ¿Quién va a decir que en su empresa no hay “honestidad”, “confianza”, “sinceridad”, “calidad”…


Algunos, en estos momentos están haciendo muecas.



Y es que ahí quería llegar: no nos sirven esas palabras si el compromiso no es de verdad.



  • NIKE: Innovación, trabajo en equipo, sostentabilidad e impacto social.


  • AMAZON: Obsesión por el cliente, propiedad, inventar y simplificar, aprender y ser curioso, contratar a los mejores, tener los más altos estándares, pensar en grande, asegurar sesgo para la acción, confianza, entregar resultados.


  • NETFLIX: juicio, comunicación, curiosidad, coraje, pasión, desinterés, innovación, inclusión, integridad, impacto.


No sé que opináis, pero a mi me parecen bastante sinceras, no suenan demagógicas. Creo que en estos ejemplos se ve que han invertido tiempo para definir esos valores.


Pero en el momento actual se nos exige que nuestra organización ofrezca un valor diferencial, y eso hace referencia a la autenticidad.


No es que tengamos que rompernos la cabeza para emprender un negocio buscando algo que no haya existido antes, al contrario, existen muchos negocios exitosos que ofrecen lo mismo que otros pero que lo hacen de forma diferente.


Estoy pensando en restaurantes o bares, ¿no ofrecen lo mismo que otros?


Suponemos que sí.


¿No dan el mismo servicio? La respuesta es no porque no siempre experimentamos la misma atención en todos los restaurantes a los que vamos. La experiencia es completamente distinta en unos u otros.


¿Pero en qué consiste la autenticidad?


Las redes sociales han elevado la búsqueda de la autenticidad en uno mismo.

Sobrecargados de consejos e imitaciones, buscamos la autenticidad, queremos diferenciarnos a nosotros mismos del resto de la masa.


¿Lo logramos? me resulta gracioso pensar cómo influyen las modas en las chicas más jóvenes.


Podemos observar cómo recientemente las mujeres han cambiado su atuendo básico del pantalón pitillo al pantalón ancho de cintura alta.




Y aunque muchas asesoras de moda recomiendan que debemos ponernos lo que nos favorezca, no queremos que se nos critique por no seguir las tendencias.


Es que la moda es uno de esos factores donde más entra en contradicción el sentido de autenticidad, entiéndase en este caso de exclusividad.


Las firmas de alta costura se esfuerzan por diseñar con originalidad y gran calidad sus prendas, e inmediatamente, las firmas fast fashion trasladan las tendencias a la calle.


Hace un par de días en una tienda de Zara, escuché a una adolescente argumentar a favor de una prenda que su madre le iba a comprar, que era mejor escoger esa frente a otra porque la segunda la iba a llevar todo el mundo.


Lo cierto, pensé, es que ambas las van a llevar todo el mundo.


Pero entonces ¿qué es lo que me puede hacer sentir auténtica aunque lleve la misma prenda que otras muchas mujeres?


Me gustaría responder con la frase del Oráculo de Delfos: “ Conócete a ti mismo”


Y es que cuando Sócrates consultó al oráculo para averiguar qué necesita saber el hombre, este le contestó que la respuesta estaba en su interior.


Ese “conócete a ti mismo” encierra la verdadera sabiduría y la más útil para el hombre.


“Te advierto quien quiera que fueres, oh, tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que sino encuentras dentro de ti mismo lo que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias?En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. Oh, hombre, conócete a ti mismo y conocerás a los dioses y al universo del que formas parte”.


Así, si queremos ser auténticos podríamos empezar por conocernos a nosotros mismos.


¿Cuántos de nosotros podríamos decir que hemos alcanzado ese conocimiento?


Porque este es el punto de partida fundamental para hablar de valores.


Una empresa, como es obvio, está formada por personas y son éstos trabajadores los que aportan el valor al negocio.


La fabricación, la distribución, la venta, etc. son procesos ideados por personas y ejercidos también la mayoría, por esos mismos humanos.


Aunque nos valgamos de la tecnología para mejorar nuestro rendimiento o productividad, sólo los humanos poseemos una dimensión ética que trasmitiremos en nuestro proceder.


Esos son los valores éticos que el cliente va a percibir.


Y ¿Después del “conócete a ti mismo” viene el “sé tú mismo”?


Recuerdo un gran póster de Charlot, célebre vagabundo creado por el genial cineasta Charles Chaplin el cual exhibía una imagen del personaje con sus habituales prendas y un mensaje escrito a pie del mismo que decía “Sé tú mismo e intenta ser feliz, pero ante todo, sé tú mismo“.


Según un artículo del New York Times firmado por Adam Grant:


-"El consejo de “ sé tú mismo” es una de las peores recomendaciones que alguien puede darte".




Y es que el concepto de autenticidad parece que se está contaminando.


Buscamos frenéticamente nuestras propias señas de identidad, buscando la autenticidad como valor sustantivo a toda costa, nos topamos con datos como el que sigue: en todos los inicios de los cursos universitarios (según el autor) se programan discursos cuyas tres máximas fundamentales suelen ser, por este orden:


  • Expande tus horizontes.

  • Sé tú mismo.

  • Nunca te rindas.


Nadie que esté inmerso en los segmentos más competitivos del mundo laboral – empresa, industria…- quedará extrañado por esos tres ejemplos y sus múltiples variantes. Viene a resumir incluso la filosofía fundamental del coach más inexperto.


En el mismo artículo se cita nada menos que a la poderosísima e influyente informadora norteamericana Ophra Winfrey, triunfadora donde las haya, afirmando: “No tenía idea de que ser tú misma te podía volver tan rica como yo lo soy. De haberlo sabido, lo habría intentado mucho antes”.


No todos podemos ser Ophra Winfrey aunque deseemos sus logros.


Conocerse a sí mismo implica conocer también, nuestras limitaciones.


Quizá la forma más honesta de la autenticidad es ser fiel a nosotros mismos aceptando nuestras cualidades y defectos buscando con humildad la forma de mejorar nuestra vida y la de los demás.


Partiendo de esta premisa considero que solo se podrá definir adecuadamente el valor de un negocio si nos conocemos y nos aceptamos profesionalmente.


¿Soy un profesional honesto? ¿Miento a mis clientes? ¿Engaño en el proceso de venta? ¿ Soy buen pagador? ¿Exijo demasiado a mis proveedores?


No conocer nuestras limitaciones ha causado frustración a mucha gente en muchos ámbitos.


Conocí a una joven que, animada por sus padres, emprendió una carrera de Ingeniería, disciplina muy alejada de sus tendencias creativas y su temperamento caótico. Diez años después, seguía atascada en la facultad, intentando satisfacer a unos padres miopes que soñaban con el título de su única hija colgado de la pared.


Para terminar este artículo quisiera recomendar una divertida comedia francesa alejada de todo drama y conflicto: “Salir del armario”, protagonizada por Daniel Auteuil y Gerard Depardieu.




Narra las peripecias de Francois, apocado trabajador que va a ser despedido de la empresa de preservativos para la que trabaja, por recortes en la plantilla. Francois exhibe una conducta tímida e insegura que perjudica su relación con su ex-esposa, hijo e incluso compañeros de trabajo.


Un buen día, astutamente asesorado por un vecino, decide fingir una homosexualidad y una doble vida que le hace parecer más interesante ante sus compañeros y familia, logrando, además, evitar el injusto despido.


Ello gracias al temor que sentirán sus jefes ante la posibilidad de una demanda por discriminación sexual.


La moraleja es que gracias a su convincente “interpretación”, nuestro antihéroe acaba por conocerse a sí mismo encontrando su autenticidad al cobrar mayor seguridad tras décadas de conducta sumisa.











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