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  • Foto del escritorPilar Paredes

Sonámbulos y funámbulos.

Actualizado: 24 oct 2020


El principio de incertidumbre de Heisenberg definido por él mismo nos dice: «Lo que observamos no es la naturaleza en sí misma, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de cuestionamiento».

Lo que en física cuántica quiere decir que a medida que observamos una variable puede estar cambiando otra variable relacionada con ella, por lo que siempre nos encontraremos con la indeterminación.

Vivimos en un momento claro de incertidumbre.

El coronavirus nos ha cogido por sorpresa a todos dejándonos incrédulos y estupefactos.

¿Cómo es posible que en la era de la IA, de los drones, de la comunicación virtual y de los avances científicos más inimaginables nos haya pasado algo así y además a nivel mundial?

Muchos encuentran la respuesta en la globalización, en la economía mundial, en las consecuencias del comportamiento humano respecto a la naturaleza.

Otros hablan incluso de un castigo divino.

Dependiendo de nuestras creencias y cultura hallaremos satisfacción en una respuesta o en otra.

Pero lo que está claro es que, y volviendo al principio de Incertidumbre, no todo se puede analizar o explicar con exactitud.

No siempre tenemos la respuesta o el modelo explicativo perfecto con las pautas necesarias para vivir el momento presente.

A veces el mueble viene sin instrucciones de montaje.

En tiempos prehistóricos la supervivencia de la raza humana se basaba en la lucha diaria por la vida frente a la incertidumbre de la propia naturaleza.

Salir cada mañana en busca de alimento, cobijo y protección para la familia, era el único objetivo diario. Más allá del día a día, estaba el pensamiento humano, la inteligencia para adaptarse al cambio y perdurar la especie en el tiempo.

Lejos estamos de esta forma de vida, pero esta crisis sanitaria mundial nos presenta un nuevo reto, uno que habíamos casi olvidado: Vivir en la incertidumbre.

Ante esta situación observo cada día dos actitudes claramente diferenciadas:


El sonámbulo y el funámbulo.


Entendemos por sonámbulo aquella persona que realiza actividades motoras estando dormido. Pueden salir de casa, beber un vaso de agua, ir al baño, pero a pesar de tener los ojos abiertos, no pueden ver.

El sonámbulo vive en un mundo de inconsciencia, en el que actúa aparentemente pero sin conocimiento de sus acciones. Dicho vulgarmente: no se entera.

El funámbulo es el acróbata del circo, aquel que mantiene el equilibrio sobre la cuerda. Se sitúa a gran altura sobre la inestabilidad de un entorno mínimo con la única determinación de seguir hacia adelante.

Sale del punto A al B en línea recta, decidido y con la mirada fija hacia su meta.

El funámbulo ha ejercitado su cuerpo, ha entrenado su mente, sabe lo importante que es estar centrado en el momento presente. Conoce los riesgos de su profesión, un pequeño traspiés y la caída es mortal.

El funámbulo no lo sabe todo, pero ha estudiado los pasos a seguir y ha establecido las reglas para moverse sobre la inestabilidad.

No duda de sus acciones, ha entrenado cada movimiento, ha simulado miles de veces el escenario con una red que le protege. Pero cuando está preparado avanza con determinación hacia su meta.

Su cuerpo es fuerte, su mente clara. Conoce los riesgos y no deja que el miedo le domine.

No piensa en el error, se concentra en la técnica que ha aprendido y sale decidido a lograrlo.

Por el contrario, el sonámbulo actúa inconscientemente, no reconoce su realidad, vive en un mundo onírico en el que las posibilidades no son más que secuencias de acciones y vive sin la consciencia de su propio riesgo.

Confía en su propio instinto para solventar los peligros que le acechen.

En esta época de incertidumbre, me sorprende que todavía queden sonámbulos que piensen que las cosas van a ser como antes, que no tenemos nada que temer porque todo volverá a ser como antes.

Así que no hacen nada, se dedican a esperar tranquilamente a que las cosas mejoren por si solas y siguen “durmiendo” en su mundo con sus viejos hábitos.

Me atrae la estética del Circo y su modo de vida, aunque en este sentido también ha evolucionado, me gusta pensar que hay personas que lo arriesgan todo por su vocación.

Me gusta la idea del funámbulo sobre la cuerda porque me habla de fuerza y determinación, de entrega, de pasión, de conocimiento de uno mismo y de paciencia.


La era de la incertidumbre es el tiempo de los acróbatas y funámbulos, de los humanos dispuestos a vivir paso a paso, meta a meta, siempre hacia adelante, sobre el alambre, la mirada fija en el objetivo, en lo más alto y sin red.

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