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  • Foto del escritorPilar Paredes

Mr Mercedes

Actualizado: 25 oct 2020

Una historia basada en hechos reales.


Cuando estaba pensando en comprar mi primer coche, conocí casualmente a un vendedor de Mercedes que me insistió en que no era tan caro comprar uno pues podía pagarlo a plazos y obtener así un buen coche durante muchos años. A mí me pareció ridículo, ¿Qué iba a nacer una veinteañera con un Mercedes?


Días después, uno de mis amigos se compró un Mercedes de segunda mano y me dejó probarlo; ¡qué alucine! Me sentía como si llevara un tanque! pero ¡qué sensación de poder da conducir un coche así cuando acabas de sacarte el carnet de conducir!


Sin embargo, me compré un coche económico y juvenil, apropiado para una chica de mi edad. Era tan pequeño, que yo siempre decía que en vez de subirme en él, me lo vestía como un traje.


Pero para mi amigo Rafa, los Mercedes siempre fueron su pasión. Desde jovencito siempre quiso tener uno.

En realidad le gustaban todos los coches, pero el Mercedes 190 E era el que le volvía realmente loco.


Yo no lo entendía, pero sí me lo imaginaba con un coche así. Era tan elegante: siempre con sus camisas planchadas metidas dentro del pantalón, su cinturón de cuero, sus náuticos azules, sus calcetines impecables y el jersey atado al cuello. Hoy lo recordaríamos como un “pijo” más, pero os puedo asegurar que su espíritu no era nada superficial.


Procedía de una familia humilde de campo; sus padres cultivaban y vendían patatas. Tenían dinero aunque poca cultura, eso sí, pero eran personas muy agradables. Rafael adoraba a sus padres y aunque le costaba renunciar a salir con los amigos, no le importaba ayudar a su familia en el reparto de las patatas los fines de semana.


A Rafa le fue bien durante muchos años y se educó debidamente. Aunque no llegó a hacer una carrera universitaria, se esforzaba en hablar con corrección y no decir nunca palabrotas. Ahora, al recordarle, entiendo por qué le iba tanto tener un Mercedes.


Rafa se casó joven y enamorado, yéndose a vivir con su mujer a una ciudad del Noroeste. Tuvieron un par de hijos y el matrimonio funcionó durante unos veinte años.


Me habían llegado noticias de su posterior divorcio, pero nadie me había explicado el porqué.


Sólo sé que un Domingo por la mañana, frente a la Iglesia, lo vi bajarse de un estupendo Mercedes rojo descapotable con unos zapatos castellanos de color granate.

Había vuelto mi querido Rafa, no había ninguna duda.


Nos fuimos a tomar un aperitivo al bar de la plaza, al de siempre y me contó su historia: le había ido muy bien durante unos años, montó con su mujer un negocio de alimentación y se compraron una casa y un apartamento en la playa.


Pero después lo perdió todo por tomar las decisiones equivocadas: Invirtió mal y le remató la crisis; su mujer no pudo soportar la presión y Rafa acabó dándose a la mala vida. Perdió sus amistades y la posibilidad de encontrar un trabajo se iba alejando cada vez más, debido a su edad.


Recordamos la época en que recolectaba patatas y se subía al camión de su abuelo los sábados por la mañana para hacer el reparto. Me contó que quiso volver al campo. Un día amaneció tan desesperado que cogió su espléndido coche y se fue a pedir trabajo de aparcero a un pueblo cercano.


No le contrataron. Los emigrantes miraban de reojo y cabizbajos el coche. El amo del lugar le preguntó qué pretendía viniendo a pedir trabajo con semejante carro.


A pesar de que la historia era triste, yo no podía dejar de sonreír porque la contaba ordenando la cronología según el tipo de Mercedes que había ido teniendo. El deportivo que compró cuando se casaron, el que vino después cuando tuvieron niños, el que consumía mucha gasolina pero ayudaba a aumentar los clientes…


No puedo citar los nombres, pero cada coche había representado una etapa de su vida, y ahora, en momentos en los que se sentía fracasado, sólo y triste, no podía renunciar a su último modelo porque era lo único que le quedaba de la historia de su vida.


Cuando nos cansamos de hablar, Rafa se subió a su coche, derrapó en la plaza y se marchó.


Sé que aún no está acabado, todavía seguirán fabricando para él muchos Mercedes.

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