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  • Foto del escritorPilar Paredes

La Gran Compañía

Actualizado: 25 oct 2020

Una historia basada en hechos reales.


-“Trabajar rodeado de buenas personas no es ningún mérito” Me dijo.


Así comenzaba la historia mi anciano tío Carlos, un trabajador anónimo como muchos otros, que llegó a ser el señor Don Carlos cuando se convirtió en el presidente de la peor empresa del país.


-”Querrás decir la mejor empresa”-le aclaré.


- “Oh si, por supuesto, eso es lo que piensan todos; es la líder en su sector, dicen, estupenda, todo el mundo habla bien de ella y hasta tiene una mención como la “empresa que mejor trata a sus trabajadores. Pero cuando yo entré ahí, las cosas eran muy distintas”.

Entonces, me contó la historia de la Gran Compañía:


“En aquella época, los que nos licenciábamos con buenas notas lo teníamos relativamente más fácil. No había tanta “titulitis” y el mercado no estaba copado. Aún no trabajaban tantas mujeres”.

En ese momento me hizo un guiño malicioso mientras se acomodaba en el sofá de cuero.

Yo quería hacer grandes cosas, construir puentes, diseñar embalses, ¡que sé yo! cuando uno acaba la carrera de Ingeniería piensa que va a reconstruir el mundo. Pero enseguida me di cuenta de que esos no eran más que ideales; con algo de suerte lograría dirigir algún departamento en alguna que otra empresa.


Así que empecé a trabajar en una pequeña consultora de ingeniería formada por unos pocos profesionales independientes que apenas duró cinco años. Cuando creímos llegar al cenit de nuestro desarrollo vino la crisis y perdimos nuestros mayores contratos públicos. En poco tiempo no teníamos para pagar las nóminas y tuvimos que echar el cierre. Fue una situación triste, sobre todo porque acababa de casarme y mi mujer esperaba nuestro primer hijo.


Nadie hubiera dicho en aquel momento, que un hombre con mi preparación y mi carrera, tendría que andar suplicando trabajo, pero así fue. Tras mis dos años de paro y esperando aún el mejor puesto que igualara mi último salario me vi con dificultades para pagar la hipoteca y el recibo del agua.


Fueron tiempos duros. Mis suegros me ayudaron hasta que mi mujer empezó a notar síntomas de depresión y la necesidad de estar sola”.


-”¿En ese momento te dejó? ¿No?


- “Así fue, pero eso es harina de otro costal”


El señor Don Carlos prosiguió.


- “ Estaba bajo mínimos, ciertamente, y un buen día contesté a un anuncio del periódico para un puesto de trabajo, inferior al mío, pero que requería la experiencia que yo tenía.

Me infundí valor, pues no creía que, vista la competencia, llegara a ser seleccionado. Pero curiosamente conseguí el puesto.

En aquel momento creí que vieron en mí algo distinto; probablemente mis cualidades y experiencia. Sin embargo, con el tiempo, pienso que lo que apreciaron fue mi inocencia, mi necesidad y mi bondad: En definitiva, creyeron que sería fácil manipularme.


-”¿Pero por qué dices eso? No crees que fue tu experiencia y profesionalidad la que les llevó a contratarte?”


Entonces se rio y revolvió nuevamente en el sillón.


-”Si, verás, eso es lo que parecía al principio… pero me subestimaron.


Cuando entré a trabajar en la Gran Compañía, mi sueldo no era muy alto, el trabajo era de responsabilidad pero me sentí muy cómodo con el ambiente laboral. Además, me dejaron hacer lo que quería.”


-”¿Cómo qué?” -Le pregunté.


Bueno, ellos acababan de comprar una par de marcas de la competencia y querían que expandiese el negocio en la zona asignada, dándome total libertad para contratar proveedores y personal, permitiéndome organizar la división Norte a mi manera.


-”Y así lo hiciste”-


-”Lo cierto es que sí. Al principio todo iba como la seda, había un gran equipo y todos los jefes de las demás divisiones se llevaban muy bien conmigo.


Los primero cinco años fueron estupendos, conseguí afianzar el negocio en la división y crear un estilo de trabajo en equipo que reportó grandes beneficios”.


-”Pero entonces, empezaste a aburrirte”- le espeté cuidadosamente.


-”No fue así exactamente, pero cuando tienes una mente curiosa y perfeccionista como la mía, quieres hacer que tu trabajo sea más que perfecto”.


-”Pluscuamperfecto”.


-” Exacto; y no le puedes pedir a un apasionado como yo que no se meta dónde no debe. Por lo tanto, en mi afán de hacer las cosas bien, y ya que mi división funcionaba perfectamente, se me ocurrió indagar porqué las otras no iban tan bien y ofrecer mis servicios para ayudar a que las otras regiones también crecieran.”


-”Craso error” -dije


-”Si, eso lo veo ahora. Pero en aquel momento yo sólo quería ayudar, así que empecé a cotillear los números y las cuentas en la división más cercana a la mía y entonces dí con el filón”.


- “Fue cuando descubriste las irregularidades de tu colega de la división Sur, y cómo éste se estaba aprovechando de la ceguera del jefe y sus aliados”.


-”Si, verás, eran un montón de pelotas. El dueño de la empresa estaba nadando en el éxito y la abundancia y ésto le volvió ciego y acrítico. Sus secuaces hacían lo que les daba la gana. Tenían montado un chiringuito de irregularidades alrededor de la empresa, pero como el dinero le llegaba a espuertas, él ni se enteraba.


-”Entonces tomaste cartas en el asunto y se lo dijiste al vicepresidente de entonces”.


- “Sí, por supuesto, mi moral no podía tolerar que se hiciesen las cosas de ese modo. No podía consentirlo, así que me hice con todas las pruebas necesarias y acudí al que yo consideraba la persona más honesta de la organización”.


-”Y no te creyó”.


-”Por supuesto que no lo hizo. Tardé meses en conseguir que me escucharan y lo entendieran. Lo pasé tremendamente mal porque el colega de la división Sur era una de las personas de confianza del jefe e hizo cuanto pudo por hundirme: desde difundir calumnias hasta intentar pillarme en alguna irregularidad”.


-”Pero no lo consiguió”.


-”Obviamente no, pero el precio que tuve que pagar fueron noches sin dormir por la ansiedad. Había conocido la auténtica maldad pura, sólida, innata.


-”Pero al final lo conseguiste, conseguiste sacar a la luz todos los chanchullos y trapos sucios. Algunos te aclamaron como un héroe”.


- “Sí. En un primer momento, creo que muchos pensaron que sería bueno comprar acciones con mi nombre -Sonrió, y haciendo un nuevo guiñó se incorporó hacia adelante, susurrando:


-“Pero eso no fue lo peor”


-”¿Qué fue entonces?”


-”Pues descubrir que el propio jefe estaba implicado, que él mismo había dado luz verde a dichas irregularidades, que su forma de hacer negocios era turbia, y aunque ya había despedido al culpable y a todo su equipo, el auténtico corrupto era él. No era una persona digna de respeto y no merecía que los negocios le estuviesen yendo bien”.


-”Pero al final, tú creaste la Gran compañía, llegaste a ser el presidente y hasta en las escuelas de negocios estudian tu caso. ¿Cómo lo conseguiste?”


Mi tío se movió otra vez en el gran sillón de cuero viejo y suspirando profundamente me dijo:


-“¡Querida niña!Ya te dije que trabajar con buenas personas no es ningún mérito. El reto es hacerlo con las malvadas y salir adelante… pero eso es otra historia”...

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