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  • Foto del escritorPilar Paredes

El triunfo de la mediocridad


¿Qué es la mediocridad y por qué se opone al talento?


Mediocre indica algo o alguien que no presenta la calidad ni el valor que sea mínimamente aceptable para su entorno. La palabra mediocre proviene del latín “mediocris,” que significa “medio” o “común”. ... La palabra mediocre es utilizado como sinónimo de: mezquino, mediano, vulgar y común.



Con esta frase, el personaje del músico Antonio Salieri, interpretado por el fantástico actor F. Murray Abraham, despide su relato en la premiada película de 1984 Amadeus

Ganadora de 40 premios y dirigida por Milos Forman, está basada en un relato del dramaturgo Peter Shaffer acerca del presunto asesinato de Mozart y la supuesta rivalidad entre el músico de Salzburgo y el italiano.

Si bien, no hay ninguna base para confirmar esta relación de rivalidad, el mismísimo Pushkin ya había escrito un poema sobre la leyenda.

Y es que, dadas las circunstancias de la muerte del genio, tiene jugo la posibilidad de un Mozart asesinado por pura envidia, pues Salieri, aunque admiraba y reconocía en secreto el gran talento de este genial compositor, creía que el mismísimo Dios le castigaba al haber creado esa criatura cuyos modales, sin embargo, desmentían la grandeza de su música.

Una criatura destinada a ensombrecer el talento del músico y profesor Salieri, narrador del drama.

La lucidez intelectual del músico italiano le llevó a reconocer su propia falta de talento.


Comparando inevitablemente su obra con la de su rival, ésta resultaba mediocre y vulgar; por ello, cegado de envidia, recurrió a todo tipo de argucias para destruir la carrera de Mozart.

Con la resaca electoral norteamericana y tras la no aceptada derrota de Trump, las cuentas de twitter siguen calientes. Un amplio sector se alegra de haber recuperado la cordura política en el país líder del mundo occidental, pero no todo el mundo está de acuerdo, una inmensa mayoría de ideología republicana apoyó y defendió al candidato hasta el final.

Asimismo, muchos especialistas en política económica defienden que, a pesar de su imagen, Donald Trump ha hecho un gran bien a su país.

Como ejemplo, valga este blog escrito en Enero de 2020 donde se defienden los buenos resultados de su política económica.


Sin embargo, y tirando un poco de la visión marketiniana de las cosas, os diré que el que maneja bien su imagen, haciendo un buen uso de su marca, suele obtener lo que quiere.

¿O no es así? ¿Puede ser Donald Trump un ejemplo de cómo triunfar con una marca totalmente disruptiva que unos odian y otros adoran para triunfar?

¿Es este personaje un producto de Marketing lleno de talento, o su propia estrategia de Marketing le ha llevado al triunfo pese a su mediocridad?

Si echamos un vistazo a este video percibiremos que “su talento” le ha reportado pingües beneficios.

En el caso de Mozart, el talento era indiscutible y aunque en su momento, los finos oídos de los amantes de la música no podían apreciar la osadía de sus composiciones, el genio de Salszburgo ha legado una creatividad y perfección que se acerca casi a la divinidad.

Nadie lo cuestionaría en la actualidad, pero en su época, sólo las clases más bajas y unos pocos especialistas le apreciaron y todos conocemos el triste destino del músico, muerto en la pobreza y sin reconocimiento.

Es algo que suele pasar, pensaréis.

Para que un talento triunfe, también es necesario que se den las condiciones necesarias para el éxito.

Y no sólo eso:

En la Biblia hay una párabola muy famosa sobre los “talentos”:


Se trata de la historia de un hombre rico que deja en manos de sus empleados sus bienes: a uno le da cinco talentos ( unos mil euros de hoy en día) a otro dos y al tercero uno.


En ausencia del jefe, los dos primeros invierten sus bienes y obtienen beneficios, pero el tercero por miedo a perder lo que tenía lo entierra.

Cuando el hombre rico regresa, los dos empleados que habían obtenido beneficios le muestran cómo han engrandecido sus bienes, pero el tercero le entrega lo mismo que recibió en su momento. Recibe una represalia por su cobardía y es despojado del único talento que tenía.

Si consideramos el talento desde la definición actual como:

- aptitud (‖ capacidad para el desempeño de algo)


Podemos interpretar esta parábola diciendo que cuando gozamos de cierto talento, tenemos la obligación de desarrollarlo e invertir en él para la obtención de un provecho.

En el mundo empresarial, los headhunters especializados en la caza del talento saben muy bien descubrir aquellos profesionales con las aptitudes necesarias para generar beneficios a las empresas y éstas están dispuestas a pagar sus honorarios porque saben que la contratación de estos perfiles les llevará a engordar las cuentas de resultados.

Sin embargo, en ocasiones, como la expuesta por analogía en relación a Mozart, las empresas no están preparadas para comprender o entender el talento; quizá porque se sale de las definiciones establecidas sobre lo que se considera un talento, o más bien porque éste resulta cegador de puro deslumbrante. Requiere tiempo para ser contemplado y asimilado.

En la actualidad todos estamos escuchando constantemente la necesidad de contar con nuevos perfiles digitales para las empresas con capacidades tecnológicas y soft skills.


No obstante, en la actualidad, no pocos responsables de Recursos Humanos siguen sin tener claro cuáles son los conocimientos necesarios para afrontar este cambio de paradigma. A su vez, determinados empresarios siguen considerando los títulos y certificados técnicos como requisitos indispensables con los que abordar los nuevos desafíos.


Y es que los conocimientos técnicos no garantizan por sí solos una destreza comunicativa que permita orientarnos hacia al cliente.

Encontrar a alguien versátil es complicado, ya que la posesión de cierta cualidad implica, a menudo, la carencia de otra.

¿Entonces tú eres de Mozart o de Salieri?



Todos responderíamos que Mozart aunque, si somos sinceros, sabemos que la personalidad de Mozart (al menos tal como se nos muestra en la ficción) no seria muy tolerada en ciertos ambientes “palaciegos” del mundo empresarial. Demasiado extravagante. No olvidemos que vivimos bajo cierta corrección política. El genio “Salieriano” se adaptaba mejor a los parámetros de su época y contexto.

Es por eso que muchos responsables de Recursos Humanos encuentran difícil hallar un talento capaz de amoldarse, generar beneficio, innovación y creatividad.

No obstante, en la sociedad occidental se nos ha inculcado que cualquier persona que tenga determinado talento está obligado a desarrollarlo, y sino, que se lo digan a Donald Trump.

Debió de descubrir a tierna edad que poseía determinado talento, y utilizó todos los recursos necesarios para conseguir sus objetivos vitales: construir un nombre, un imperio, una marca legendaria y, tras superar fracasos y divorcios millonarios, llegó a ser finalmente el presidente del país más rico del mundo y un líder para gran parte de su población.

Como en la parábola de la Biblia, digamos que Donald Trump ha sabido obtener réditos de su talento.

Parece que el talento es algo difícil de definir, si bien cuando los Accionistas de las grandes empresas contratan a sus directivos tiene claro que uno de los KPIS fundamentales para demostrar la valía de sus gerentes es su capacidad para generar beneficio.

Que el éxito despierta envidias es innegable, y supongo que al derrotado presidente de Estados Unidos no le sirve de mucho consuelo en estos momentos.


Sin embargo, calibrar el talento por los resultados obtenidos no es un procedimiento totalmente fiable, al menos si nos fijamos el objetivo a corto plazo.


Con el Marketing Digital y la Tecnología, presumimos de que el resultado de toda acción es mensurable, siendo por ello esencial la toma de decisiones basadas en datos.

Pero éstos, por si solos, no son definitivos; precisan la interpretación y posteriores resoluciones de individuos que ostentan los cargos de responsabilidad en las empresas.


Si bien los avances son hoy considerables, el análisis inteligente de un negocio te puede mostrar qué vender, cómo y cuándo; qué invertir, cuánto y en qué: incluso el producto a diseñar o descartar, ajustable a la demanda de mercado.

Si necesitas modificar tu inventario, dónde está fallando el proceso y por qué tus clientes se han ido a la competencia.

Miles y miles de datos están viajando virtualmente por el mundo y ya se habla del posesión del dato como el nuevo petróleo.


La inteligencia artificial se orienta a la mejora de los procesos empresariales poniendo a nuestra disposición las herramientas tecnológicas.


Pero igual que Mozart y Salieri tenían talento para tocar el piano y componer música, hace falta también cierto talento para saber interpretar y analizar los indicadores.


La sola posesión de un instrumento musical o la capacidad para interpretar una partitura no te convierte en un genio inmortal.


Hace falta algo más, y ese algo, lo presumo exclusivamente humano y razón por la que unas empresas triunfan y otras no salen de su “mediocridad”

He escogido el título de este artículo en alusión a la célebre película “ El triunfo de la voluntad” de la cineasta alemana Leni Riefenstahl. Contratada por Adolf Hitler para exaltar la figura del líder y el partido, realizó un documental que exaltaba la ideología nazi y sus valores. A pesar de ser considerado por críticos y especialistas como una obra maestra, la autora fue repudiada debido a las siniestras implicaciones políticas que tuvo en su momento y en la actualidad.

Como nota final voy a añadir un pequeño y atrevido comentario enfocado a la reflexión.


El propio Hitler se consideraba a si mismo un hombre de gran talento artístico, aficionado a la pintura y apasionado por la arquitectura. Una de las teorías formuladas acerca de la naturaleza del dictador, considera su frustrado intento de ingresar en la Academia de Bellas Artes de Viena como detonante de su rencorosa, feroz y megalómana visión política y humana del mundo.


Y para terminar, como diría nuestro estimado Xavier Marcet en su libro Esquivar la mediocridad:


“El talento atrae el talento, la mediocridad atrae la mediocridad”

Es quizá por eso que Hitler se rodeó de fracasados amantes del arte: Reinhard Heydrich, violinista, Joseph Goebbles, escritor frustrado, Hermann Göring coleccionista de arte, Albert Speer arquitecto…

¿Irónica entonces la sentencia de “Mi lucha”, autobiografía de Hitler?

“Cien mentes mediocres jamás formarán una mente genial”

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