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  • Foto del escritorPilar Paredes

La botella de Whisky.

Actualizado: 25 oct 2020


Una historia basada en hechos reales.


A Luis le pillaron con una botella de whisky en la mochila al salir del trabajo. Le echaron.


A mí me contó la historia una tarde en la playa ,durante las vacaciones, cuando los amigos nos reuníamos para relajarnos.

Luis había acabado la universidad y estaba trabajando de responsable financiero en una prestigiosa empresa, pero durante su época universitaria trabajaba de camarero de bodas y banquetes en un conocido restaurante.

Aunque se perdía los fines de semana con los amigos, ganaba un buen dinero que le permitía ir más desahogado durante el curso. Era un estudiante con beca de familia pobre y no le importaba el sacrificio.


La anécdota era triste y ponía de relieve las envidias y malas prácticas a las que te enfrentas algunas veces en el mundo laboral, al menos así me lo hizo entender cuando me contó su historia.


Luis era muy guapo y el más joven de la plantilla de camareros de fin de semana; además era simpático y caía bien a todo el mundo.

Había otro chico un poco mayor que él pero con un espíritu muy juvenil, ambos jugaban al fútbol y llenaban los descansos con conversaciones sobre los resultados de los partidos; como ambos eran del mismo equipo, pronto se hicieron buenos amigos.

Luis estaba encantado de haber intimado con un compañero, y al cabo de unas semanas quedaron para salir después del trabajo.

En el mes de Julio entró una nueva compañera de banquetes, joven y atractiva y tanto Luis como su nuevo amigo se quedaron prendados. Pero Luis ya tenía novia, así que su relación no pasó de ser la de simples compañeros de trabajo.

Entraron más camareros a trabajar y pronto formaron una pequeña pandilla de novatos que quedaban para tomarse una copa al finalizar la jornada.


El amigo de Luis se llamaba Pedro y en el segundo año fue ascendido a encargado de banquetes.


Fue entonces cuando todo se desató. Pedro había responsabilizado a Luis del inventario y cada quince días tenía que bajar a la bodega a contar y apuntar todas las botellas para actualizar el pedido.


Me decía sonriendo que probablemente le había escogido por su habilidad con los números.


El fatídico día Luis había bajado como de costumbre a la bodega, pero esta vez con un nuevo encargo: tenía que subir la mochila de Pedro que éste se había dejado sobre la mesa del despacho y aunque por supuesto no la abrió, sabía que contenía un regalito: Pedro le había dicho que un promotor le regaló una botella de whisky, de las más caras, y que esa noche iba a celebrar una fiesta en su piso a la que vendría Ana, la chica guapa, y tenía pensado estrenar la botella con ella.


Luis sabía que Pedro estaba medio colado por Ana y también sabía lo de las fiestas en su piso y su afición al buen whisky, pero no tenía ni idea de cómo acabaría aquella historia. Así que subió la mochila que Pedro se había dejado olvidada en el sótano, éste tenía el día libre y se dirigió hacia la salida para pasarse por la fiesta del piso de Pedro.


Entonces le pararon los guardias de seguridad y le hicieron abrir la mochila.


Allí estaba la botella de Pedro y nada más, ni la cartera ni el uniforme de Pedro ni la placa identificativa, sólo una pequeña toalla que podía ser de cualquiera y la botella de Jonnny Walker etiqueta negra.


Le llevaron al despacho del jefe ya la sentencia fue muy clara:


Llevaban meses observando la disminución paulatina de botellas de whisky del inventario, y sabían que solo él bajaba al sótano a contarlas: así pues le habían pillado robando y su castigo era el despido.


Trató de explicarle pero no sirvió de nada.

Pedro lo había estudiado muy bien.

Hacía tiempo que les había asegurado a todos haber dejado la bebida y las fiestas, que ahora tenía novia formal, y que se había apuntado a un gimnasio para estar en forma.

Pedro tenía un gran carisma y era apreciado y admirado por todos los compañeros, y además tenía en el bote al jefe desde que le sorprendió con una supuesta amante en el parking.


Luis no tenía escapatoria, adiós a los banquetes y a sus ingresos extras. Humillado y desolado abandonó el restaurante por última vez.


-“¿Pero qué hiciste?-le pregunté- Sabías perfectamente que todo eso lo había tramado Pedro.”


-“Sí, es cierto, pero ¿qué iba a hacer?. Pedro estaba enamorado de Ana e intentaba por todos medios borrarme de la circulación.


-“Pero Ana te quería a ti, ¿no es cierto?”


-“Sí, aunque yo no lo sabía; menos mal que años después me tropecé con ella”


-“En esta playa”…


Una chica preciosa llegó corriendo hasta nuestra toalla, se agachó y besó a Luis en la mejilla. Era Ana, su mujer.

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