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  • Foto del escritorPilar Paredes

La vendedora de coches azules.

Actualizado: 26 oct 2020

Una historia basada en hechos reales.

Cuando me inicié en el negocio de las ventas de coches azules, nadie apostaba por mí. Decían que los coches azules estaban pasados de moda, la novedad eran los coches rojos; si realmente querías ser moderno tenías que desechar los coches azules y comprar los rojos.


Mis amigos también me advirtieron:


“Va a ser duro”, “Es un producto difícil” y “¿Qué vas a hacer tú sola en ese mundo de hombres?”.


Pero era demasiado tarde para echarse atrás, había superado la selección y firmado el contrato.


Me sentí inquieta, lo reconozco, pero tanta ilusión me hizo entrar en el mundo de la venta de coches -donde la mayoría de los profesionales del sector eran hombres- que obvié las inseguridades iniciales.

Al fin y al cabo me adentraba en un mundo desconocido mentalizándome a lo tortuoso del camino.


Así pues comencé mi proceso de formación: estudié todos los manuales de fabricación y funcionamiento de los coches azules, probé todas sus versiones, me aprendí el equipamiento, escuché el consejo de los expertos y atendí a las explicaciones de los vendedores más veteranos.


Entonces llegó el momento de salir al ruedo y presentarme ante mi primer cliente. Le tendí la mano y procedí con el protocolo de venta lo mejor que pude para una novata y con amabilidad, aplicación y entusiasmo, le vendí mi primer coche azul al cliente.


Esto me supuso un gran estímulo el primer mes en el negocio, y durante la primera reunión anual de ventas a la que asistí, el gerente me felicitó personalmente.


Mi trayectoria profesional progresaba de forma constante aunque en las charlas de equipo se analizaban con preocupación los porcentajes de crecimiento de la competencia: los dichosos coches rojos.


Al cabo de los años nos sorprendió la crisis, la economía mundial sufrió un colapso, afectando directamente a la fabricación y venta de coches. El golpe fue duro para todos nosotros.


El jefe de ventas, sin embargo, nos animó a seguir adelante sin perder el rumbo, innovando procesos y adaptando los objetivos.


La crisis pasó y sobrevivimos. Pero una impactante noticia sacudió a la prensa:


La empresa líder de coches rojos había sido acusada de cometer fraude en la fabricación de un elemento crucial en el funcionamiento de sus coches; su caída en desprestigio y cotización fue fulminante.


Ahora estoy escribiendo desde mi despacho en la torre de cristal de la central corporativa y a través del inmenso ventanal cuento los diminutos coches que se vislumbran allí abajo. Son todos azules.

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