Empezaron a expandirse rumores sobre el cambio.
Habían ya pasado por varias sucursales y los informes entre los mandos circulaban de ciudad en ciudad.
Los empleados preguntaban unos a otros cómo había ido allí y cuándo sería aquí.
Se intercambiaban confidencias, se multiplicaban las llamadas.
Hubo temores. Se vigilaban escrupulosamente las técnicas y los procedimientos. Los empleados repasaban los manuales, los gastos se escatimaban.
En los almacenes se escuchaban susurros y por los pasillos los gestos se moderaban y los rostros se escrudiñaban.
Los parlachines se volvieron silenciosos y los impuntuales se adelantaban.
Nosotros también tuvimos miedo, pero nos lanzamos.
Hablamos, reunimos al equipo, investigamos, nos informamos, decidimos y nos preparamos.
Cuando ellos llegaron se sorprendieron. Habíamos iniciado el cambio. Lo examinaron todo, cuestionaron, analizaron, prepararon sus evaluaciones y cuando se fueron, esperamos.
Fue un éxito.
En pocos días las ventas se dispararon. Al entrar cada vez más clientes, el personal, motivado, trabajaba con mayor entusiasmo.
El volumen de los pedidos se incrementó progresivamente y se superaron todos las predicciones.
Rebasamos con creces nuestro objetivo, fue nuestro mejor año.