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  • Foto del escritorPilar Paredes

La teoría del Caos

Actualizado: 26 oct 2020

Una historia basada en hechos reales.

“El débil golpe de las alas de una mariposa puede ser la causa de un huracán a miles de millas de distancia”

Mary y yo nos conocimos en el extranjero. Siempre nos hemos preguntado qué hizo que dos personas de procedencias tan distintas encajasen a la perfección en un equipo. No teníamos en común ni la educación, ni la religión, la etnia y ni siquiera hablábamos el mismo idioma.


Pero el caos nos unió.


Nos convocaron el primer día de trabajo: “Aquí tenéis las llaves, nosotros nos vamos”.


Los primeros días fueron terribles. No sabíamos por dónde empezar.

Había un flujo constante de personas circulando por recepción exigiendo atención, proveedores preguntando por sus pagos pendientes y clientes exigiendo soluciones inmediatas a sus múltiples demandas.


No recuerdo a nadie que no se quejase. Excepto a Mary.

Las primeras jornadas transcurrían como en una película; las horas pasaban velozmente. Mary se encargaba de atender las demandas internas y yo de los factores externos: escuchando, tranquilizando y solucionando.


Cuando teníamos un momento para tomar un café, Mary inclinaba sus dulces ojos y sonreía.


-“¿Tú crees que lo conseguiremos?” - le preguntaba.


-“Por supuesto que sí”, me respondía


Pasaron los meses y poco a poco el proyecto fue tomando forma. En nuestras reuniones nunca habíamos diseñado una estrategia medida y calculada, tratábamos cada problema uno a uno y estudiábamos la forma de hacer comprender las soluciones. Y sobre todo, hablábamos de nuestras experiencias, contábamos anécdotas, exponíamos ideas, hacíamos planes…


Al transcurrir los meses nos percatamos de que lo que nos unía era mucho más fuerte que lo que nos diferenciaba.


Juntas comenzamos a desarrollar nuestras habilidades. Mary era excelente anticipando los problemas, yo una gran negociadora, así que nos distribuíamos las tareas en función de las incidencias.


Nuestra relación laboral se volvió más armónica y el trabajo diario comenzó a fluir debidamente.

Los compañeros empezaron a imitarnos, cambiaron el modo de enfrentarse a los problemas y en vez de empantanarse en las dificultades, avanzaban hacia la solución.

Así, el ambiente iba haciéndose más sano y las relaciones entre el personal se fortalecían. En pocos meses se recuperó la confianza, pudiéndose establecer protocolos y asignar responsabilidades.


Las jornadas volvían a tener ocho horas, pasamos de la ansiedad a una tranquila rutina, y las dificultades cotidianas se convertían en nuevas oportunidades que ponían a prueba nuestra capacidad.


Lo que en principio parecía inexpugnable acabó en triunfo y el proyecto se volvió indispensable.


Ciertas personas se sorprendieron aunque la mayoría se mostró agradecida.



Creo que Mary y yo fuimos una influencia impredecible y juntas conseguimos un gran cambio: logramos el orden dentro del caos.

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